Él estaba ahí. En cada uno de los que cantaron hasta quedarse sin voz. En los hogares donde las radios y los televisores estaban encendidos esperando por las palabras de Ella.
Él estaba ahí. En las lágrimas de los emocionados que recordaron cómo sus vidas fueron transformadas gracias a la soberanía política. En los millones que recuperaron el trabajo. En los rostros de cada uno de los pibes que cobran la asignación universal y que seguramente jugaban en sus casas mientras que los “viejos” esperaban para escucharla.
Él estaba ahí. En el primer mate de la mañana. Estaba en la calle, como siempre estuvo. Estaba en cada uno de los pasos que dimos hasta las escuelas el domingo. Estaba fiscalizando. Estaba en las esquinas, en las paradas de colectivo, en los vagones del tren.
Él estaba ahí. En el asado familiar donde algunos comentaban que por fin habían podido votar en la misma mesa, juntos. Estaba con los pibes que aún no cumplieron 18 y votaban por primera vez porque serán mayores de edad antes del 23 de octubre. Estaba en las conversaciones sobre la segunda fecha del campeonato que verían por televisión abierta al día siguiente. Estaba en la sonrisa de los millones de jóvenes que en todo el país inflaban el pecho e iban a votar.
Él estaba ahí. Estaba en su rostro dibujado en una remera que algún militante escondía de la mirada de la autoridad de mesa para no violar la veda. Estaba junto a quienes, cómplices, se miraban antes de ingresar al cuarto oscuro. Él estaba ahí. Estaba en todos los sueños que se transformaron en votos. Lo sentimos.
Él estaba ahí. En los que transformaron la emoción en abrazo cuando Ella ingresó en el lugar. Él se emocionó como nosotros. Él cantó. La fuerza de Él fue la fuerza de un Pueblo en el que Él vive. Ella lo sabe: triunfó el amor. Ella lo siente: Él, su compañero de toda la vida vive en ese Pueblo. Esa es la fuerza de Ella.
“Es un gran triunfo del amor. Permítanme agradecer a nuestros compañeros de este espacio político y especialmente a los jóvenes, a esos cientos de miles que se han incorporado con tanta fuerza a la política”, dijo Ella y sonrió, con complicidad. Él estaba ahí, Ella lo sentía, estaba parada en el mismo lugar donde dos años antes Él prometía profundizar el modelo, luego de perder en la provincia de Buenos Aires las legislativas de medio término.
“Este acompañamiento de la sociedad es un reconocimiento al trabajo, al esfuerzo, a lo que hemos hecho en estos 8 años. Pero como dijo Amado en el teatro Coliseo, es también por todo lo que viene, por lo que queda por hacer.” Una militante como Él, su compañera de toda la vida, las mismas convicciones, la misma concepción de la política: en las derrotas y en las victorias, ir por más. Nunca menos.
Él estaba ahí. Ella lo sabía. Ella lo siente. Ella lo dice. “Él está mirando desde algún lado. Él está acá, ¿no? Díganme que sí”. Sí compañera, Él estaba ahí. Él vive en el Pueblo que con “la fuerza de los votos”
le agradece haber recuperado el sueño de una Patria más justa, más libre y más soberana.
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